Empieza Marzo con una petición desde diferentes negocios: el
de la música, el del cine, el de la televisión y el de la literatura. Pero
principalmente lo hace desde otro: el de Internet. Sabedores de que los
análisis de resultados de las grandes compañías musicales, televisivas o
cinematográficas comienzan en Marzo, hagamos recapacitar sus conciencias con un
toque de atención ciudadana consistente en no consumir películas, música,
televisión o literatura durante todo este mes. Si todos lo hicieran los
resultados financieros de estas compañías serían tan desastrosos que, a lo
mejor, considerarían un segundo pensamiento acerca de Internet.
A aquellos que piensen que esto no es ni más ni menos que
burdo chantaje decirles que es precisamente utilizar las mismas cartas que
estas compañías utilizan con el usuario. La justificación es muy clara: si
hemos desarrollado sistemas legales de música en streaming como Spotify, con y
sin publicidad, gratis o de pago, ¿por qué no existe este mismo sistema para
las películas, los libros o las series de televisión? Sin duda alguna porque
hay determinadas personas, empresas y asociaciones a las que no les interesa y
que, de darse esta circunstancia, perderían su negocio.
Su solución es inteligente: limitar la libertad de expresión
en Internet de manera que compartir sea un delito. Inteligente pero absurdo,
pues no se entiende que un usuario que compre un libro en formato papel o un
disco de música pueda compartirlo con todo aquel que quiera y si lo compra en
formato ebook o MP3 no puede compartirlo porque es ilegal. De esta manera la
problemática de estas empresas se inicia cuando se descubre una manera global
de compartir, de manera que si un usuario compra un ebook puede compartirlo con
millones de personas, por el precio de uno.
En eso parece que todo el mundo está de acuerdo. Con lo que
muchos no lo están es con una evolución tecnológica que ha sido implementada en
numerosos campos pero nunca llega a estas cuatro industrias de las que hablo. Y
con lo que nadie está de acuerdo, menos ellos mismos, es con que la razón por
la que no se implementa esta tecnología es por intereses económicos personales,
sin más. Por poner otro ejemplo, el mundo del videojuego para ordenador
personal cuenta con la plataforma Steam, donde están registrados millones de
usuarios que pagan por sus juegos.
Por todo ello me sumo al Marzo Negro. No consumiré
películas, ni libros, ni series de televisión o música. Si queremos preservar
la libertad de expresión en Internet, principal garante de la democracia,
debemos presionar contra SOPA, PIPA, SINDE y la europea ACTA, que ha tenido
menos repercusión que las anteriores pero que al leer lo que implica se le ponen
a uno los pelos de punta. Y, cómo no, España ya ha firmado estar de acuerdo con
ella.
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