20 feb 2012

KINDLE VENDE EL LECTOR PERO NO LOS LIBROS



El lector de libros electrónicos de Amazon, el Kindle, ha llegado a España hace pocos meses y se ha convertido en el dispositivo más regalado estas Navidades, Reyes y San Valentín. La idea de Amazon ha sido muy buena: venden el dispositivo a un precio muy bajo, tan solo 99 euros, pensando en ganar dinero con la venta de libros digitales o ebooks. La primera parte ha salido como pensaban, con la segunda han pinchado en hueso.

En Estados Unidos, en 2011, los usuarios que han decidido comprar un libro lo han hecho un 80% de las veces en formato clásico, en papel, y un 20% en formato digital, ebook. En España, en cambio, y pese a la venta cada vez mayor de dispositivos de tinta electrónica, sólo es un 1% de las ventas la reservada al libro digital.

Ya se escuchan de fondo a los de siempre, los creadores de contenido, los artistas y escritores, poco menos que insultar al gran público por la descarga ilegal de contenido protegido, en este caso libros, que hace que el porcentaje de compra de libros originales sea tan bajo. Yo no sé si en Estados Unidos nadan en oro, pero lo que está claro, al menos en este caso, es que los españoles están hartos de que se rían de ellos. Por poner sólo un ejemplo, el libro El Imperio Eres Tú, de Javier Moro, cuesta en papel 21,50 euros, y en formato digital 14,24 euros. El comprador del libro en papel paga el diseño, el papel, la tinta, la distribución, el suplemento que se llevan las tiendas y un largo etcétera. El que compra un ebook debería pagar los derechos de autor y la parte que la editorial tenga asignada en su contrato con el escritor dueño de los derechos del libro. No hay mucho más que decir.

Amazon ha lanzado su Kindle con la pretensión de que la gente compre los libros a través de la conexión WiFi que trae el dispositivo, pero no ha pensado en los precios. Igual que cuando hablamos de la venta o alquiler digital de películas, series o música, el precio en comparación con la compra física de esta cultura debe ser mucho más bajo si quieren que los clientes compren. De esta manera, en España, sigue funcionando la piratería, en todos sus niveles.

Piratería entendida no como robo, sino como protesta ante un precio desorbitado con el que las editoriales y distribuidoras se están enriqueciendo. No sólo van a dejar de enriquecerse a costa de ganar un porcentaje increíble por cada libro o película, si no se reinventan van a desaparecer por mucho que intenten luchar presionando a los gobiernos para que aprueben leyes inútiles.

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