No quería hacerlo y creo que no debo, pues éste es un espacio reservado a la tecnología. Pero veo mi ciudad, Madrid, en estado de sitio, y no puedo contenerme ante la injusticia que se está cometiendo. Espero que sea la última vez que tengo que salirme de la temática del blog.
Asumo que una plaza no puede estar tomada de manera indefinida, como tampoco puede mantenerse la situación que los gobiernos y mercados nos imponen de manera indefinida. Ayer, la policía, de la mano del Ayuntamiento de Madrid y la Delegación de Gobierno, cargó contra el pueblo dejando varios heridos.
No son, como dice César Vidal en el espacio que injustamente le dejan para expresarse, miembros de ETA, ni han sido entrenados por la banda terrorista. Es gente de toda edad y condición que, por fin, sale a la calle para exigir a los políticos otra forma de gobernar. Cansados de pagar deudas ajenas, de no tener trabajo, de perder sus casas por no poder pagarlas y tener que seguir pagándolas, han dicho basta. Que se pare el mundo que me bajo, como decía un profesor de mi facultad.
Denuncio desde aquí al Ayuntamiento y a la Delegación de Gobierno por atentar contra el derecho constitucional del libre tránsito por la vía pública, denuncio a la policía presente por llevar la cara tapada y con la placa identificativa guardada, como si de verdad alguien creyera las estupideces que dice César Vidal. Denuncio las cargas policiales en democracia. Pues democracia es el poder del pueblo, y el pueblo habla en las calles cansado de cómo se hacen las cosas. No hay mayor democracia que una asamblea popular que intente solucionar los problemas que los políticos no son capaces de paliar.
Desde aquí, mi apoyo incondicional a toda la gente que desde mayo ha salido y sale a la calle. Que no os callen. No paréis, porque parar significaría rendirse, porque la única lucha que se pierde es la que se abandona.
Somos los niños burbuja del fin de la historia, X en ecuaciones, soñando con contratos fijos, con libélulas que anhelan dulces besos que se esconden tras el brillo de las barras de aquel bar donde te amé, isla de resistencia. Tallando en cubitos de hielo futuro y promesas.
Un rumor de alas batiendo exige su voz, una voz diferente. Meciendo en la red utopías, pregunta y disiente.
Ismael Serrano
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