Estamos acostumbrados a ver en los últimos meses cómo los medios de comunicación y los políticos culpabilizan a las nuevas tecnologías de las revueltas que han surgido en países como Siria, Egipto o España, con el 15M. Los organizadores de este tipo de revueltas utilizan las redes sociales, como Facebook o Twitter, para congregar a la gente, para informar de lo que están haciendo.
En el caso de las revueltas que empezaron en Londres y se han extendido a otras ciudades, como Manchester o Liverpool, las redes sociales no han tenido nada que ver. Esta vez el culpable ha sido el chat gratuito de Blackberry, el Blackberry Messenger, el que se ha encargado de transmitir la noticia de los encuentros para saqueos y luchas contra la policía inglesa.
La explicación es simple. Aunque se haya intentado desde muchos ámbitos criminalizar las protestas del 15M, como ya se hiciera con Egipto, los manifestantes de estos países no incumplen ninguna ley, sino que exigen que las que existen se cumplan. En el caso inglés, sin embargo, lo único que se hace es incumplir leyes, robando y destrozando locales comerciales o quemando lugares públicos y luchando con la policía por las calles.
Facebook y Twitter tienen la posibilidad, y en este caso la obligación por ley, de informar a las autoridades de quiénes son las personas que están organizando estos eventos y quiénes los que los secundan, pero en el caso de aplicaciones móviles el tema es diferente. Aunque es cierto que el Blackberry Messenger está controlado por RIM, los mensajes de este tipo de aplicaciones no se guardan, se borran como una premisa de salvaguardar la protección privada de datos, por lo que la empresa sólo puede acceder a este tipo de conversaciones de texto móviles en tiempo real. Así, es mucho más difícil que localicen una conversación comprometedora que, en el caso de las redes sociales, estaría archivada y no habría más que buscarla.
Como digo, la utilización de esta aplicación es porque los españoles y egipcios no tenían nada que esconder, mientras que los ingleses tienen mucho que ocultar.
Aun así, el sentido común dicta no achacar las culpas a la tecnología, pues son muchos los avances que tienen una utilidad que puede degenerar en según qué manos. No podemos culpar a la empresa hotelera de que un loco se tire desde un balcón como no podemos culpar a una empresa de pegamento de que alguien lo esnife. La culpa, siempre, es de la persona, no del instrumento.
4 comentarios:
Buena reflexión, Andrés!
Un homicidio con arma blanca la culpa la tiene el asesino, no el cuchillo con el que se ha perpetrado el asesinato...
Mucho me temo que cada vez más los gobiernos nos controlarán todo el contenido que subimos a las redes sociales... Miedo me da...
Gracias Manu!
Desde luego, culpar a las redes sociales o a las aplicaciones de estos disturbios es ser muy cínico. Cuando comenzó el "NO a la Guerra", se culpabilizó al PSOE de haber comenzado una cadena de mensajes de texto, pero no escuché decir a nadie que la aplicación tenía la culpa...
Está claro que cada vez estamos más controlados, pero creo que es algo que debe preocupar sólo al que se salta la ley... Es una de las pocas cosas malas que tiene esto del 2.0
Perfectamente explicado. Van a utilizar estos hechos, desafortunadísimos desde mi punto de vista, para limitar el uso de las redes sociales. Si deciden luchar contra los criminales limitando el libre uso de estas redes por parte de la ciudadanía, será peor el remedio que la enfermedad.
Muchas gracias Miguel. Acabo de leer que Anonymous ha amenazado a Cameron alegando que si limita las redes sociales habrá grandes consecuencias. Está claro que Internet es un instrumento para la gente de todo tipo. Unos lo utilizamos para informarnos, dar nuestra opinión e informar a otros, pero hay gente que lo utiliza para saltarse la ley. Que los identifiquen y los detengan, pero que no nos quiten la libertad a los demás.
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